domingo, 24 de junio de 2007

CACATIO MATUTINA Y PURGATIO PUTRIDUS


Por Miguel Godos Curay
Excrementar no es escarmentar. Esta es la conclusión después del avieso atropello a los periodistas Segundo Infante Carmen y Jorge Tello Vidal quienes para sacarse la costra inmunda van a continuar dándole como bombo en fiesta a sus denuncias. Bien vale con inconfesada alusión explicar un tema considerado por muchos inexplicable. El deleite en un lenguaje cargado de procacidad y alusión a la caca es la coprolalia. La coprofagía es la ingestión de excrementos actitud propia de los oligrofénicos y enfermos mentales. También existen los coprófilos, los fetichistas de los excrementos humanos como Mozart. Las geniales composiciones del músico tenían una elevada cuota de inspiración en la miseria del cuerpo. En alguna ocasión Mozart escribió a su prima María: “¡Oh el trasero me está ardiendo como el fuego! ¡ Será alguna porquería que quiere salir? ¿Qué nota tan larga y melancólica!. Viejos retóricos castellanos repetían: “De la panza sale la danza”. El defecar figura entre “los placeres sólidos derivados de la expulsión” placer que iguala a todos: grandes y chicos, pobres y ricos sobretodo a quienes pretenden pegarla de “impolutos, perfectos, inmaculados y gráciles”. No es cierto que los santos cagan flores y que los peditos de monja sen en su esencia virginales suspiros.

Los chinos calcularon la contribución en nitrógeno de los excrementos humanos. Se utilizó una medida diaria de 0.15 kilogramos por persona para una población de 850 millones y una disponibilidad del 66%. El contenido de nitrógeno es del 5%, la producción humana de fertilizantes es del orden de un millón 500 mil toneladas de nitrógeno. En Piura esta fuente de nitrógeno circunda la ciudad, los vahos malolientes penetran el mercado y los sanitarios de los locales escolares. Si es tal el beneficio bien podría constituirse una planta productora de nitrógeno que permita capitalizar la ineficiencia de la EPS Grau.

La defecación campestre es un bucólico placer y como tal es tratada como un ejercicio natural y poético pues entra en acción el viento que: “ como una escoba invisible y sutil se lleva los hedores,” sin embargo, advierte el tratadista, que todo depende de la dirección del aire que evita los efluvios marginales, anota, AEmilius en su “ Manual del Sibarita Pobre”. Convertido este ejercicio humano en un acto social es tan útil en estos tiempos de incomunicación pero requiere de una distancia mínima debida que es la marcada por los dos brazos extendidos a campo abierto.

Este moderno ejercicio de escatología humana requiere de especiales condiciones naturales: Una vista despejada y hermosa que procure el goce visual propio de una función. Un lugar libre de matas y marañas espinosas. “Conviene a veces aumentar la altura del esfínter sobre el suelo y para ello la técnica usada es la de poner los brazos en las corvas, de manera que se impida la flexión total de las piernas. Se puede aumentar un poco más poniendo el puño en las corvas en lugar del antebrazo.” Ideal para la higiene son las piedras, el uso del papel es una corruptela de afrancesado. Ideales son las piedras de textura porosa y la piedra pómez que una vez utilizadas deban ser lanzadas lejos para evitar las utilizaciones inadvertidas.

Otra modalidad es la hiperdefecación o la defecación elevada, que no tiene nada que ver con los que detentan los poderes públicos y las dignidades académicas y espirituales. Sino la que corresponde a las regiones montañosas, propia de los despeñaderos o las hendiduras telúricas insondables. En donde en un verdadero desafío al equilibrio se cumple con esta función vital. Otra es la hiperdefecación arbórea al estilo Tarzán cogido de las ramas y la incomodidad de posarse como pájaro sobre una rama. Placer que sólo dispensan especies como la higuera de suaves ramas curvas y de prieta sombra en sus anchas hojas. El riesgo mayor es el de emporcar el árbol o el de engallinar el descenso por lo que el retiro tiene que ser muy cuidadoso. Una modalidad antigua pero no olvidada es la defecación hidráulica la que usó de modo diestro en sus carabelas don Cristóbal Colón. La deposición encima del agua sin tener en cuenta la proximidad del esfínter sobre la superficie y desafiando el vaivén de las olas.

Este placer humano no escapó de la literatura. Versos como el siguiente: “ Luego a lo que sale digo/ con el gentil continente/ del que se sabe excelente./ pues su deber ha cumplido:/ adiós ,que te vas al fondo/ y que me quedo sin ti,/ adiós lastre miserable/inmunda parte de mí…”. En los viejos manuales del placer se dice que todo bien nacido debe disfrutar de la comida por la entrada y la salida. Un aforismo medieval dice: “ Cacatio matutina es tan quam medicina”. Medicina de la que no disfrutan los estreñidos de la política y quienes hace mucho tiempo necesitan de una lavativa tibia o de una buena dosis de tamarindo con sen como acostumbraban nuestras abuelas.